Lloró por él más que por ella, cuando la luna voló de sus manos, cual voluble mariposa hábida de libertad, pálida y deslucida.
Lloró en noches inciertas y quejosas hasta que los lamentos dejaron de pesar.
Entonces supo que tenía un final para su historia y eso le dió paz.
La mirada se le volvió dulce y el frío infierno se llenó de recuerdos de salitre y arena, de caracoles y sol.
Y ahí se quedaron ellos y nosotros, al borde de un pasado, a la orilla del amor.
4 comentarios:
QUE LINDO Y QUE TRISTE :)
Tristísimo...con el sabor del salitre del mar y de lo que acaba.
Muy bello!
Un abrazote!
Cuando una historia se termina, mejor olvidar.
Besos.
VEO QUE LA MUDANZA ES DEFINITIVA. RIEGUE LAS FLORCITAS DEL BALCON...
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